La señorita Pettigrew está desesperada: sin trabajo, sin dinero, a punto de ser expulsada de la pensión donde vive, no encuentra trabajo como institutriz. Por error la agencia de contratación la envía a casa de Delysia LaFosse, una actriz de segunda fila (o de tercera, pero eso no importa a nuestra historia) que duda entre dos amores, ninguno de los cuales es demasiado conveniente, la verdad.
Pronto Guinevere, pues tal es el nombre de nuestra protagonista, se da cuenta de que ella no es la ayudante que Delysia está esperando, pero una sucesión de confusos (y divertidos para nosotros, lectores) episodios; y más tarde, la excitación del día único que está viviendo, el miedo a perder estos momentos y la simpatía mutua que surge entre ambas mujeres, le impide destapar el error. Y así, en veinticuatro maravillosas horas, la vida de ambas cambiará para siempre.
Una deliciosa y divertida novela, muy al estilo de las comedias de enredos, en la que, por cierto, pese a transcurrir en Londres, no se bebe mucho té; más bien whisky, cócteles y de nuevo whisky. Pero nosotros queremos leerla, no beberla, ¿verdad?