Notas para Jorge: Cómo preparar un buen té.

La foto de estas figuras que representan a grupo de hombres en una casa de té es del usuario LoggaWiggler en Pixabay, y  tiene una licencia de dominio público. Pero el trabajo ajeno debe ser reconocido siempre.

La foto de estas figuras que representan a grupo de hombres en una casa de té es del usuario LoggaWiggler en Pixabay, y tiene una licencia de dominio público. Pero el trabajo ajeno debe ser reconocido siempre.

Estábamos hace unos días comiendo juntos mi cuñado Jorge y yo cuando comenzamos a hablar del té, que a ambos nos apasiona, y de cómo prepararlo. Como en un momento dado se aturdió con tantos datos, me pidió que se lo anotase. Y me pregunté a mí misma: ¿qué mejor que en el blog? Así no lo perderá, puede guardarlo en alguna de esas aplicaciones para archivar enlaces y lo leerá cuando quiera.

Pues ahí va, Jorge.

La calidad del agua es tan importante como la calidad de las hojas del té que vayas a tomar; al fin y al cabo, sin agua no hay té. Si no bebes agua del grifo porque no te gusta su sabor o porque está muy clorada, p.ej., no la uses tampoco para el té (ni para el café, claro). En cambio, si la bebes filtrada y te gusta, úsala. Yo uso agua del grifo filtrada y muy pocas veces agua embotellada, pero porque suelo beber la primera. Lo importante es que detectes todos los matices del té una vez realizada la infusión.

Tanto la tetera como las tazas donde vayas a servir el té deben calentarse previamente. Esto se hace con un poco de agua caliente. ¿Por qué? Para que las hojas del té liberen todo su aroma mientras infusionan. Y la cantidad de té adecuada sería una cucharadita rasa por taza y una más para la tetera. Las colocas en el filtro (mejor uno de tela; y mejor un filtro que deje las hojas sueltas para que respiren) y las dejas reposar un par de minutos dentro de la tetera antes de echarles el agua.

El agua, por cierto, no debe haber llegado a hervir. Lo ideal es que llegue a los 95º y entonces, la viertas en la tetera. En cualquier caso, para el té verde su temperatura perfecta está entre 80º y 85º (incluso para algún té verde japonés, como el Gyokuro, los 50º son lo adecuado); pero el agua debe haber llegado a los 95º y entonces, la dejaremos enfriar hasta los 85º. (Existen termómetros especiales para medir la temperatura del agua, tranquilo) Se vierte en la tetera y se deja reposar: cinco minutos es el tiempo máximo, y esto para conseguir una infusión con poca teína (p.ej., si nos apetece un té negro por la noche). Con dos minutos, la infusión tiene un sabor más ligero y aromático.

(Nota actualizada: Puedes seguir estos consejos para medir la temperatura del agua según el tamaño de las burbujas)

Y ya sólo nos queda servir el té. Recuerda que las tazas también deben haber sido precalentadas con un poco de agua caliente. Algunos te dirán que es bueno servir el té en dos tandas: en la primera, se vierte un poco de té en cada taza; en la segunda ronda, se llenan hasta casi rozar el borde. La intención es que todos los que compartamos ese té tengamos la misma calidad y el mismo sabor.

Y ya está. Esta sería la forma ideal de preparar un té para los puristas. Pero, como yo te digo siempre, cada cual debe hacerlo como más le guste, ¿no es verdad? O según el tiempo que tenga uno. Incluso si lo que te apetece es una decocción (como la que hiciste aquel día con el rooibos, ay) o no te quede más remedio que calentar el agua en el microondas.

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